Técnicas basadas en el ADN para descubrir fraudes en productos alimentarios

16/11/2021

Gracias al análisis de ADN, se han logrado grandes avances en el desarrollo sanitario a lo largo de los últimos años. No sólo a un nivel puramente médico. También ha servido para empoderar al consumidor a la hora de poder seleccionar productos alimentarios de calidad, sin que les den gato por liebre, literalmente.

Veamos algunos casos donde esto ha sido posible:

El fraude con el aceite de oliva y la qPCR

Varios investigadores están dando su tiempo y esfuerzo a aclarar casos de fraude con relación al valorado producto del aceite de oliva. Su alto valor y sus buenas propiedades han provocado que algunos actores quieran aprovecharse de ello y sacarle una mayor rentabilidad a través del fraude al consumidor.

El fraude más corriente es la venta de aceite de oliva virgen como si fuera virgen extra o la mezcla de aceites de oliva como si fueran un aceite de oliva puro. Es el caso de Brasil, donde no era raro oír casos de aceite de oliva mezclado con aceite de soja.

Uno de los casos más sangrantes fue el de los supermercados daneses, donde sólo 6 de los 35 aceites catalogados como “virgen extra” lo eran realmente.

Esto ha provocado que la comunidad científica se vuelque en fórmulas para dilucidar la verdad en este tipo de casos. Ejemplo de ello son los científicos del Departamento de Biotecnología y Ciencia de los Alimentos de la Universidad de Burgos, quienes han diseñado un método basado en una PCR a tiempo real (qPCR).

¿Qué es la qPCR?

Se trata de una técnica para analizar ADN, especialmente sensible. En el terreno de la alimentación, nos permite discernir de forma inequívoca una determinada especie.

El equipo de la Universidad de Burgos fue capaz de extraer y contrastar sistemas específicos para identificar la oliva frente a otros productos (por ejemplo, el girasol, la soja, el coco…).

Este método tiene dos grandes ventajas, además de lo anteriormente expuesto: es una técnica rápida, que permite tiempos cortos de análisis, y tiene un bajo coste económico. Además, este método se puede aplicar a cualquier aceite de oliva, convirtiéndose en una herramienta realmente útil.

El código de barras genético para descubrir (y prevenir) el fraude en alimentos

A raíz de un proyecto escolar realizado por dos niños neoyorquinos se evidenció lo extendido que estaba el fraude en los alimentos comercializados en Estados Unidos.

El trabajo de estos alumnos consistía en analizar ADN de muestras biológicas que obtenían de sus viviendas, para determinar los animales o plantas que les rodeaban en su vida cotidiana. Sin embargo, el proyecto acabó tomando un rumbo diferente cuando empezaron a analizar diferentes alimentos.

Quizá lo más escandaloso fue que encontraron un queso etiquetado como “de oveja” elaborado con leche de vaca. También vieron un supuesto caviar que en realidad eran huevas de pez común de río.

Aunque pudieron ser errores inocentes, siempre había un patrón común: el alimento presente era mucho más barato que el que supuestamente vendían.

Para este trabajo, utilizaron lo que se conoce como “el código de barras genético”. Se trata de una herramienta que nació en Canadá en el año 2003 y que democratiza el análisis e identificación de animales y plantas de forma infalible. Esto evidenció lo sencillo que es comprobar el origen de los alimentos que compramos, combatiendo y previniendo el fraude.

El escándalo de la carne de caballo

Un caso sonado en Europa fue el que saltó a los medios en enero de 2013. Había habido problemas años antes porque se detectó una anemia infecciosa equina en Rumanía y bajó notablemente el comercio europeo de caballos vivos. Debido a esta situación, la Unión Europea tomó medidas preventivas.

Años después, en 2013, comenzaron a salir a la luz varios indicios de que se estaba sustituyendo o mezclando carne de caballo en hamburguesas o productos cárnicos supuestamente 100% vacunos o que no advertían la presencia de producto procedente de este animal.

Un ejemplo fue la lasaña de ternera de la marca Findus UK, que resultó tener un 100% de carne de caballo. Fuente

Los alimentos más vulnerables al fraude


Aunque siempre puede ocurrir un engaño de la talla de lo que descubrieron estos chicos de Nueva York, lo normal no es que te vendan carne de caballo como ternera.

Existen varios alimentos que, como el aceite, cuentan con un riesgo mayor al fraude alimentario. Entre ellos, se encuentran el pescado, la miel, el café y los productos ecológicos.


Texto revisado por la Doctora Pilar Arca Miguélez, Responsable Científica de Ampligen